El viernes
pasado, día 27 de septiembre, me comentaron los compañeros: Eh! No te olvides,
mañana se cambia la hora. Hay que retrasarla!
Perfecto.
Además en la TV marroquí, pude ver un dibujito de un reloj en el cual las
agujas del reloj corrían hacia atrás justo una hora. Pues vale, la cambiaré, me
dije.
El mismo
sábado leí en el periódico on line marroquí Le matin que el Gobierno de
Marruecos había decidido que el último fin de semana de octubre iban a cambiar
la hora de nuevo, como hacen muchos países para adaptarse al horario de
invierno. Perfecto también.
Como
esta noticia me provocó ciertas dudas, el domingo día 29 de septiembre confirmé
por internet si la hora se había cambiado, cosa que así fue. Perfecto de nuevo.
Llegó el
lunes y me fui al autobús que me lleva al trabajo. Noté que había bastante más
gente que otros días, pero no le di mayor importancia. A la media hora de
trayecto recibo una llamada en mi móvil: Eh! Te has quedado dormido!, me dice
el amigo Chaib. Le respondo evidentemente que no, que iba en el bus y que en 15
minutos llegaba.
Que fue
lo que me respondió? Pues que estaba llegando tarde. Que el Gobierno de
Marruecos el mismo sábado, día oficial del cambio horario, había cambiado de
opinión y que NO SE TENÍA QUE HABER CAMBIADO LA HORA, SE POSPONÍA PARA EL
ÚLTIMO DOMINGO DE OCTUBRE.
La idiosincrasia del País.
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